viernes, 24 de junio de 2011

Juego de tronos: o ganas o mueres


La HBO se ha convertido en un referente televisivo en cuanto a productos de ficción se refiere. La cadena detrás de grandes series como Los Soprano, True Blood o Boardwalk Empire ha alcanzado otro éxito con Juego de Tronos, el show basado en las novelas de George R.R. Martin. El pasado fin de semana conluyó su primera temporada, dejando la franja horaria del domingo noche para True Blood. A tres capítulos del final en su emisión en España por Canal +, Planta 13 analiza esta primera ración de episodios. Así que aquellos que aun no hayan visto el final (ni leído los libros), ojito con seguir leyendo, porque a partir del próximo párrafo habrá spoilers contundentes (especialmente con alguna foto hacia el final).

Juego de Tronos sigue las múltiples líneas argumentales de Canción de hielo y fuego. La mayor parte de la historia tiene lugar en Poniente, un continente ficticio donde las estaciones pueden durar años. La trama central, la base del argumento, la sustentan las violentas luchas dinásticas que surgen entre varias familias nobiliarias por el control del Trono de Hierro. Cada trama transcurre por separado pero con objetivos comunes: el poder que otorga el McGuffin... Quiero decir, el trono...

La primera temporada está basada en la primera novela de la saga, Juego de tronos, que además da nombre a la serie. Su trama transcurre quince años después de la guerra civil conocida como la Rebelión de Robert o la Guerra del Usurpador, en la que Robert Baratheon expulsó del Trono de Hierro a los Targaryen y se proclamó rey de los Siete Reinos de Poniente. Eddard «Ned» Stark, Señor de Invernalia (Winterfel) , se ve obligado a aceptar el cargo de Mano del Rey para descubrir la verdadera razón de la muerte de su predecesor. Una vez en Desembarco del Rey (King's Landing), la capital de los Siete Reinos, Ned se verá envuelto en una enrevesada trama de secretos. Mientras tanto, al otro lado del mar, el heredero al trono exiliado Viserys Targaryen casa a su hermana Daenerys con el líder de los dothraki, Khal Drogo, para formar una alianza que le permita recuperar el Trono de Hierro. En el norte, la Guardia de la Noche (The Night's Watch) teme la llegada del invierno y se mantiene alerta ante una serie de extraños acontecimientos surgidos al otro lado del Muro.

La serie ha sido definida por sus productores como una mezcla entre Los Soprano y El Señor de los Anillos. No se equivocaban, aunque muchos podrían quedar decepcionados con la ausuencia de la trama fantástica, que queda relegada a pequeños destellos que salpican una trama propia de El Padrino. Y es que al final, Game of thrones es exactamente eso, un peligroso juego de ajedrez en el que las piezas se mueven por el tablero con la certeza de que cualquiera puede caer, con la ambición de los cabezas de familia intentando no sólo luchar por los suyos, sino por sus propios intereses. Los personajes no son buenos o malos, blancos ni negros. La grandeza de los personajes más interesantes se encuentra en los claroscuros de una gran gama de grises.

Una de las grandezas de la serie es que los personajes son extraordinariamente humanos, cercanos y sus historias, mil veces vistas, te enganchan por la sinceridad de sus acciones, porque da igual que esten en España, en Estados Unidos, La tierra Media o Los Siete Reinos. Si actuan guiados por amor, poder, envidia, avaricia, compasión... Al final, son sentimientos, emociones que todos sentimos día a día. Personajes como el de Arya se meten al público en el bolsillo, aunque no hace falta ser un fan de Tolkien para reconcer el carácter de Eowyn (El señor de los anillos) latiendo bajo su inocente mirada.

Game of thrones no es una serie complaciente y no tiene problemas en matar a personajes importantes. Para los que no han leído los libros las sorpresas de la trama son todo un descubrimiento y en ocasiones el espectador se encuentra boquiabierto esperando impaciente la resolución de una escena, completamente sumergido en la narración y con la excitante sensación de no saber lo que va a pasar. Ningún personaje resulta aburrido o plano; ninguno desdibujado o "de relleno". Todos cumplen (o cumplirán en próximas temporadas) papeles importantes; todos cierran un círculo de desarrollo y abren uno mas grande. Todos los personajes se han arriesgado, todos han luchado y ante todos se han abierto abismos de incertidumbre que cambiarán sus vidas para siempre. Sus arcos narrativos experimentan un desarrollo perfecto y ninguno es lo que era cuando los créditos corren por la pantalla tras fianlizar el último episodio.


Al igual que pasaba con Los Soprano, la cantidad de personajes obliga al espectador a estar atento a cada conversación. Los dobles sentidos, las conversaciones entre lineas y los silencios a veces dicen mas que las palabras pronunciadas por sus labios. "Te dije que no confiaras en mi", dice uno de los personajes al protagonista al revelarse contra él. Y es que en esta serie la confianza de los personajes es puesta contínuamente a prueba. Cada paso al frente supone un peligro mayor; cada hombre, mujer y niño, un peligro del que desconfiar... Cada sombra, una amenaza de traición y muerte.

En cuanto a la producción esta claro que es practicamente impecable. Fantástico diseño de vestuario, impecable banda sonora, fantásticas localizaciones en Irlanda y Malta y un gran trabajo de fotografía. Cada región tiene un aire diferente, un tono particular en sus colores y una luz diferente. Y aunque se han ahorrado batallas (casi con total seguridad, por ahorrar presupuesto), el uso de los efectos visuales de forma puntual funciona a la perfección, ya sea para extender hasta lo imposible las localizaciones o para crear momentos mágicos como la secuencia final, que plantea un panorama más que interesante para las próximas temporadas.

La HBO tiene dinero suficiente para hacer un producto de calidad sin miramientos de cara a la galeria. En los libros y cursos de escritura de guiones se enfatiza siempre en que salga o no en pantalla, el guionista tiene que saber cómo se alimenta un personaje, cómo se comporta con sus amigos y su familia e incluso cómo se comporta a nivel sexual. Estas son las acciones que van definiendo su forma de ser, aunque no mostrarán su verdadera cara hasta que se vean arrastrados a una situación extrema. 

En Juego de Tronos la libertad creativa que otorga la cadena privada engrandece el producto final. Muchas series, de cara a alcanzar una califación que permita a los menores de dieciocho años engancharse al show, evitan el sexo o la violencia cruda para ganar audiencia. Los creadores de series como esta se han especializado en complacer al público adulto, maduro, al que no sólo le importan las batallitas, la acción o el marujeo de qué príncipe se acuesta con qué princesa. El público de Juego de Tronos  lo forman espectadores que saben disfrutar de diálogos magistrales y con profundidad, de esos que luego pueden dar origen a debates sobre ética y filosofía. Son espectadores que no se ofenden por ver a un enano practicar sexo con cuatro prostitutas o a una mujer ser utilizada y vendida como objeto sexual. El público de estas series no se revoluciona aunque le corten la cabeza a los protagonistas. El público de series como Los Soprano, True Blood  o Juego de Tronos sabe que se va a encontrar personajes, lugares y situaciones fictias pero cargadas de emociones reales como sus propias vidas: violencia, ira, miedo, lujuria, pasión...  Los creadores no se cortan a la hora de mostrarlo en pantalla para definir a los personajes. y es que pocas secuencias de sexo o violencia son gratuitas en Juego de Tronos.

Estos diez primeros episodios han creado una saga épica de fantasía que promete mucho para temporadas venideras. Allí donde el noveno capítulo es un climax en toda regla, el décimo es la resolución de ese climax y el primer movimento hacia un nuevo futuro. Las sorpresas que aguarda la historia seguirán atrapando a millones de espectadores por todo el mundo y los premios, a buen seguro, comenzarán a llegar con la próxima temporada de galardones. Lo bueno es que en esta serie, al igual que en los libros en que se basa, todo puede pasar, en nadie se puede confiar y todos pueden morir. Ya lo dice el personaje de Cersei Lannister, "cuando participas en el juego de tronos o ganas o mueres. No hay punto medio"

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