jueves, 20 de octubre de 2011

Tierra de segundas oportunidades


Si te encontraras con otra versión de ti mismo, ¿qué dirías? Y si tuvieras otra oportunidad en una vida exactamente igual que ésta sólo que diferente, ¿qué te atraería, qué te asustaría y, en su caso, qué te detendría?

La primera, provocadora e introspectiva película de Mike Cahill, Otra Tierra, cuenta la cruda y conmovedora historia de Rhoda Williams (Brit Marling, premio a mejor actriz en el Festival de Sitges), una inteligente joven que busca la forma de reparar una terrible tragedia. Vive en un mundo como el nuestro, salvo que, repentinamente, a lo largo de la noche, en el cielo aparece un planeta misteriosamente idéntico –llamado provisionalmente Tierra 2–, como un gigantesco y reflectante espejo gravitando sobre nosotros.

Para Rhoda, ese extraño e inquietante planeta, así como la realidad paralela que los científicos afirman que brinda, constituye su última esperanza. Absolutamente perdida tras sufrir un espantoso accidente que puso fin a sus sueños de convertirse en astrofísica, Rhoda no tiene ninguna perspectiva de futuro. Llevada por la necesidad vital de enfrentarse a su pasado, Rhoda termina presentándose en la casa del hombre cuya vida alteró irremisiblemente: el reputado compositor John Burroughs (William Mapother).

Confusos, recelosos y repletos de dudas en torno a su propia identidad, Rhoda y John inician una inverosímil a la vez que peligrosa relación amorosa. Pero cuando Rhoda tiene la increíble oportunidad de viajar a Tierra 2, se pondrá de manifiesto la oculta realidad de su relación y se suscitará la cuestión: ¿Y si de los enigmas del universo que aún no conocemos el mayor somos nosotros mismos?

 Otra Tierra es una de esas pequeñas películas que llegan a Sitges con el aura de película indie, con ese aroma a cine independiente, a Sundance, que atrae y repele a partes iguales al público de Sitges. Al igual que el año pasado ocurría con Monsters, el público se divide en dos: los más fanáticos del Festival que piden mucho más ritmo, más acción o más sangre, y por tanto, salen decepcionados de una película que utiliza la ciencia ficción como excusa, como marco, de un drama y no al revés. Al igual que ocurre con Monsters, Otra Tierra es una metáfora sobre los humanos. En palabras del director, Mike Cahill, con el que pudimos hablar tras la proyección en Sitges, "el cine de género es una de las mejores formas de acercarse a la sensibilidad y emociones humanas". Y eso hace la película, con una aspecto visual que denota su aire independiente, pero que no por ello resulta menos atractiva, el espectador necesitará unos minutos para pensar, replantearse lo que cuenta la historia y qué posibles significados tiene el final, abierto, misterioso.


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