viernes, 18 de noviembre de 2011

Cookies on the Net - Sitges 2011 - La realidad nos mata


El artículo que van a leer a continuación fue publicado originalmente en

Aunque ha pasado ya un mes desde que lo escribiera, creo que resulta interesante volver la vista atrás porque cuando uno está dentro de la vorágine del Festival, resulta casi imposible asimilar todo al imparable ritmo al que todo se mueve en Sitges.

SITGES 2011 – La realidad nos mata

Escribo estas líneas mientras en Pacha Sitges, a escasos minutos del Meliá, aun corren litros de alcohol mezclados en sangre. Desde el aeropuerto más cercano y con un ligero aroma a tequila aun carraspeando en la garganta, me siento a repasar lo que ha supuesto esta 44 edición del Festival Internacional de cine fantástico y de terror de Cataluña.

Si una cosa queda clara es que el certamen funciona no sólo como muestra, sino también como cantera para futuros realizadores. El Festival de Sitges es al cine de género lo que La Masía al Fútbol Club Barcelona. Si uno atiende a los discursos de los invitados (ya se trate de los premiados en cada gala, de quienes presentan sus filmes fuera de competición o de grandes estrellas invitadas) la frase más repetida es, sin duda, “es un honor estar en este Festival porque hace años que vengo por aquí”. Uno llega a enterarse de curiosidades dignas de contar, como que el propio Ángel Sala, actual director del Festival, fue chofer de Bryan Singer hace la nada despreciable cifra de dieciocho años, cuando el director de X-Men 1 y 2 pisó la tierra donde King Kong lanza avionetas contra el mar cada Octubre.

Paco Plaza, Jaume Balagueró, Kike Maillo, Alex de la Iglesia… La gran mayoría de invitados son asiduos al Festival, viejos conocidos que desde que sus padres se lo permitían (o incluso antes), han mamado cine de género gracias al Festival. Los nuevos talentos, los directores que presentaban sus primeros cortometrajes, los voluntarios, los espectadores, la prensa… Sitges es una pequeña gran familia en la que casi todo el mundo se conoce con el paso del tiempo. Y es que son muchos días (que siempre se quedan cortos), muchas horas (de trabajo, pero también de fiesta) y noches muy largas. Baste de ejemplo decir que los más madrugadores del sábado quince de Octubre se encontraron varios zombis retirándose a sus oscuros y mugrientos aposentos tras una noche larga, larguísima que comenzó en el Edificio Miramar y que concluyó en los bares de la calle Dos de Mayo a horas cercanas al amanecer, siempre previo paso por la fiesta en la playa de Sitges con una temperatura envidiable.



Como algunos compañeros calificaban, se nota los periodistas que cubrimos al máximo el certamen y lo damos todo, pues conforme pasan los días se nos reconoce fácilmente: Pegados a las latas de Red Bull, con ojeras tipo zombi y un concurso (aun) no oficial de camisetas frikis. Por cierto, que una de las pocas redactoras jóvenes que pululaban por allí, novatilla aventajada que ha visto despertar en sí el lado más freak, lanzó una propuesta para futuras ediciones que es, cuanto menos, interesante: concurso de miss (y mister, para no ser sexistas) camiseta friki mojada. Y es que los pasillos del Meliá, las filas frente al Auditori y la propia sala de prensa son un desfile continuo de camisetas freaks. Señor Ángel Sala, queda lanzada de forma oficial la propuesta.

Este año ha sido el primero en que la dirección ha fomentado la interactividad con el público y la prensa, a través de la realización de post screenings en los que el equipo del filme presentaba la película en el Auditori tras la proyección (ya sea con Verbo, Intruders o la Master Class de Nacho Vigalondo). Un intento de acercar aun más el certamen al público que irá creciendo en próximos años.

Y cuando aun no se había recogido la alfombra roja a las puertas de entrada del Auditori, los asistentes ya estábamos pensando en el año próximo. Porque está claro, cada vez más, que Sitges tiene un encanto especial, un aroma a cine, celebración, fiesta y buen rollismo que engancha. Uno no sabe si es la magia de pueblo, la humedad de sus playas o el fantástico público. Lo que está claro es que ver a la gente reír, asustarse, saltar y aplaudir en el cine no tiene precio. Sentarte a ver una película junto a un J.A. Bayona resoplando ante la violencia o junto a Leticia Dolera y Paco Plaza disfrutando de la película del amiguete Jaume Balagueró, es simplemente genial.

Descubrir que las zombis de Sitges están cada año más buenas, que Paco Cabezas está cada día más loco (y más majo, si cabe, a pesar de irse a Hollywood a rodar su próximo proyecto) y encima disfrutar de avances exclusivos como el tráiler de [REC]: Génesis que no podrá verse en los medios hasta Diciembre, son alicientes que uno no puede por menos que empezar a añorar en cuanto abandona el Auditori tras la Clausura.

Cada año salgo del Festival habiendo disfrutando como un enano y con, (al menos) una película que se que formará parte imprescindible de mi colección de DVDs. Este año la elegida ha sido Drive, aunque Intruders o Extraterrestre, de Vigalondo, lucharon mucho por conseguirlo. Y yo, como todos los asistentes, cuento ya los días para volver. Porque, como rezaba el eslogan de este año: "La realidad nos mata".

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