jueves, 2 de febrero de 2012

Serkis y Goslin, dos Oscar que debieron ser y no fueron


Leyendo uno de los blogs amigos, Butaca preferente, nos hemos encontrado con lo que he llamado "entrada inspiración". "El hombre  que siempre estuvo allí", escrita por Gerard Fossas, nos recuerda la importancia de un actor que, sin el debido reconocimiento, se encuentra detrás de personajes clave de la historia del cine moderno. Una nominación al Oscar es lo menos que la Academia podía hacer por Andy Serkis, un hombre que ha interpretado a Gollum, a King Kong, al capitán Haddock de Tintín y a César, el simio protagonista de Rise of the planet of the apes.

El debate continúa, se alarga. No termina de cuajar en la Academia de Hollywood, poco amiga de cambios e innovaciones, la idea de premiar la interpretación de actores cuyos rostros son digitalizados en postproducción. La captura de movimientos es algo que se lleva discutiendo ya años en los círculos cinéfilos y, a pesar de que la mayoría de comentarios que pueden leerse caen a favor de Serkis y el reconocimiento que se merece, el caso es que un año más su gran interpretación de César ha pasado desapercibida para los premios. ¿Estarán esperando a otorgarle el premio gracias al papel con el que revolucionó el cine? Esperemos que así sea y el próximo año, por estas fechas, estemos hablando de la nominación al Oscar de Andy Serkis por su interpretación de Gollum en El Hobbit, que se estrenará a finales de este 2012.

Sin embargo, quizá la película más olvidada este año por la Academia haya sido Drive, del director Nicolas Winding Refn. El filme ha obtenido una única nominación por el montaje de sonido (visto en BluRay y con un buen sistema de cine en casa, no cabe duda de por qué). Pero sí es cierto que la fotografía de Newton Thomas Sigel merecería estar junto a la clásica de Guillaume Schiffman en The Artist, la de Jeff Cronenweth en Millenium, el fantástico empleo de las tres dimensiones de  Robert Richardson en Hugo, la variedad cromática y pictórica de Emmanuel Lubezki en el Arbol de la Vida o la magia de Janusz Kaminski en Caballo de Guerra. 

Lo mismo ocurre con su protagonista, Ryan Goslin, que este año ha demostrado lo que puede hacer en películas tan dispares como Crazy Stupid Love o la que nos ocupa, Drive, en la que basa la mayor parte de su interpretación en silencios, gestos, miradas y pocas, muy pocas palabras. No somos los únicos que consideramos que el actor canadiense se merecía el reconcimiento de los compañeros de profesión, por lo que insistimos en que una nominación habría sido justa. Ojo, que no queremos decir que su interpretación sea mejor que la de George Clooney en Los descendientes, la de Gary Oldman en El topo, Demián Bichir en A Better Life, Brad Pitt en Moneyball o Jean Dujardin en The Artist, entre otras cosas porque no hemos visto todos esos trabajos. Pero desde luego, es una gran interpretación, como la de Albert Brooks, quien tras ganar casi todos los premios previos como mejor actor secundario, se habrá llevado una de las mayores decepciones de la carrera por los premios al enterarse de que no ha sido nominado por su interpretación de Bernie, antagonista del personaje de Goslin en Drive.
 
No pidamos ya una nominación para el trabajo del director,  a pesar del gran trabajo tras las cámaras en este filme. Pero, al fin y al cabo, hablamos de un thriller con destellos de violencia y ya sabemos lo difícil que lo tienen las películas de género en la lucha por los premios. Al menos este año, esperamos que Rooney Mara se alce con la estatuilla por su interpretación de Lisbeth Salander en Millenium, los hombres que no amaban a las mujeres.

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